Ron Gourlay llegó a Valencia el pasado mes de julio con una idea fija: transformar de arriba abajo el área deportiva del club. Apenas cuatro meses después, su diagnóstico es contundente: el modelo actual es obsoleto. El dirigente escocés considera imprescindible modernizar la estructura técnica, incorporar tecnología y reforzar la red de scouting. Sin embargo, su historial reciente invita a la cautela: en sus anteriores etapas, Gourlay impulsó cambios profundos que no pudo darle continuidad en el tiempo y acabó dimitiendo.
Durante su paso por el West Bromwich Albion (2022-2023), Gourlay trató de profesionalizar una entidad que atravesaba una etapa convulsa. Fue nombrado en febrero de 2022 pero ya llevaba meses actuando de consultor. Destituyó a Steve Bruce, apostó por Carlos Corberán y reestructuró buena parte del área deportiva. Incorporó a David Stewart como analista jefe, a Nick Rose como ojeador juvenil y a Chris Brunt como asistente de los jugadores cedidos. También renovó el cuerpo médico y cesó al responsable de scouting juvenil. Su objetivo declarado era devolver al club a la Premier League con una estructura moderna y autosuficiente. Sin embargo, la fuerte inestabilidad económica del WBA y la incertidumbre con la propiedad frustraron el proyecto. Gourlay presentó su dimisión en marzo de 2023 y abandonó oficialmente el cargo en junio, sin poder completar el plan que había iniciado.
Meses después, el dirigente escocés recaló en el Al-Ahli saudí, donde asumió el cargo de CEO el 1 de enero de 2024. Su llegada vino acompañada de un discurso casi idéntico al que ha repetido en Valencia: fortalecer la estructura administrativa, operativa y financiera del club, con la mirada puesta en un plan de crecimiento hasta 2030. Durante su gestión, nombró a Lisandro Isei como director de scouting, con experiencia en el Dordrecht y el Charlotte FC, y a Hans Gillhauss como jefe de ojeadores. En junio, dio un paso más y designó a un nuevo director deportivo con el objetivo de profesionalizar la toma de decisiones deportivas. También promovió una reorganización interna tras la salida, apenas un mes después de su llegada, del director general de fútbol profesional, Ahmed Radi.
No obstante, al igual que en Inglaterra, Gourlay tampoco pudo dar continuidad a su proyecto. Dejó su cargo en abril de 2025, apenas un año y cuatro meses después de aterrizar en Arabia Saudí.
Ahora, en Valencia, el dirigente parece dispuesto a aplicar una fórmula similar: una reestructuración total del área deportiva basada en la profesionalización, la tecnología y la especialización. Entre sus planes inmediatos figura el nombramiento de un jefe de scouting europeo y la incorporación de ojeadores por regiones, además del uso de Big Data e Inteligencia Artificial para detectar talento joven.
Sin embargo, a día de hoy, más allá de reuniones internas y diagnósticos, Gourlay no ha ejecutado aún ningún cambio tangible. La distancia con el actual director deportivo, Miguel Ángel Corona, es cada vez mayor, y el propio ejecutivo negocia su salida con el Panathinaikos. En definitiva, Ron Gourlay vuelve a situarse ante un desafío que ya ha afrontado antes: transformar una estructura deportiva desde los cimientos. Su historial demuestra que tiene la determinación para iniciar los procesos, pero también que rara vez
ha podido terminarlos con un éxito deportivo palpable con él en el cargo. El Valencia CF será, por tanto, una nueva prueba para comprobar si esta vez el proyecto de modernización consigue ir más allá de la fase de diagnóstico.
