La rueda de prensa de Rubén Baraja del 2 de febrero se ha visto combinada por dos situaciones, el fin del mercado invernal y la previa el encuentro contra el Almería CF. Ambos hechos se relacionan y son de actualidad, pero exponen con claridad los demonios que afectan al club y la encrucijada en la que se encuentra el Valencia CF.
Por un lado el entrenador quiere centrarse en su trabajo, en lo puramente deportivo, en cómo afrontar el siguiente partido. Por otro lado, la afición busca una forma de actuar contra la negligente gestión de Lim y sus secuaces. Este hecho implica dejar a un lado lo deportivo y darle importancia a una realidad que temporada tras temporada se hace más visible: el Valencia CF cada vez es más pequeño por culpa de sus dirigentes, y esta dinámica no va a revertirse hasta que no se tomen medidas.
Baraja ha hablado en rueda de prensa de su ambición por formar un VCF que vuelva al lugar que le corresponde en la historia, busca aspirar a esa grandeza a largo plazo. Pero es incuestionable que los gestores del club no van en sintonía con esta idea, a estas alturas no engañan a nadie. El propio entrenador a admitido que se están tomando decisiones que priorizan lo económico sobre lo deportivo. Se busca abaratar costes reduciendo la plantilla tanto en cantidad como en calidad, y esto solo puede devenir en un fatídico desenlace: la desaparición de la identidad del VCF.
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