En una temporada marcada por los vaivenes y el sufrimiento, hay nombres que emergen con fuerza y se consolidan como piezas fundamentales. Uno de ellos es, sin duda, César Tárrega. Desde que arrancó el curso y, especialmente, desde la llegada de Carlos Corberán al banquillo de Mestalla, el central valenciano se ha erigido como el auténtico líder de la zaga blanquinegra.
Tárrega está firmando una segunda vuelta sobresaliente, con actuaciones de alto nivel que han consolidado su presencia en el once titular. Su despliegue defensivo ante el Espanyol fue una muestra más del liderazgo que ha asumido en el eje de la defensa. Seguridad, lectura del juego y una contundencia impropia de su juventud le han convertido en un hombre clave para Corberán. Sin embargo, no todo son buenas noticias. En el mismo encuentro ante el conjunto perico, Tárrega vio una tarjeta amarilla en el segundo tiempo que le obliga a cumplir ciclo. Se perderá el próximo compromiso liguero, el sábado 3 de mayo en Gran Canaria frente a la UD Las Palmas, un encuentro en el que su ausencia será cubierta por Diakhaby, que acompañará a Mosquera en la zaga.
A pesar de su rendimiento sobresaliente, el central de 22 años sigue vinculado al Valencia hasta 2028 con uno de los sueldos más bajos de la plantilla. Una situación que empieza a generar debate en el seno del club. Su progresión y protagonismo contrastan con unas condiciones contractuales que lo convierten en una pieza muy accesible para cualquier club de Primera División dispuesto a mejorarle la ficha. El riesgo de perder a uno de los valores más prometedores de la plantilla está sobre la mesa. Mientras tanto, Mestalla aplaude cada intervención de un central que ha pasado de promesa a realidad, y que ya es, por méritos propios, el baluarte de la defensa valencianista.