El Valencia volvió a vivir una noche de angustia lejos de Mestalla, repitiendo una actuación pobre como visitante y sufriendo contra un rival de Primera RFEF. Aunque el objetivo se cumplió, clasificarse para la siguiente ronda, la imagen ofrecida volvió a dejar malas sensaciones.
El equipo de Corberán arrancó sin ritmo, sin tensión y sin la autoridad que se le supone a un Primera División. El Cartagena, mucho más metido en el partido, ganó todas las disputas y encontró el premio a su insistencia con un gol de Ortuño en el minuto 21, tras una pérdida de balón que volvió a señalar las carencias defensivas del Valencia.
La reacción valencianista llegó tarde y a impulsos, más por fogonazos individuales que por un plan colectivo claro. El empate se hizo esperar y solo apareció cuando Corberán recurrió a su columna vertebral, especialmente tras la entrada de Rioja. El gol de Beltrán en el 79’ devolvió algo de orden, pero no ocultó la realidad: el Valencia necesitó verse contra las cuerdas para activar un orgullo que brilló por su ausencia durante gran parte del encuentro.
En la prórroga, el guion se repitió. El Valencia dominó sin claridad, falló ocasiones claras y rozó el desastre con un penalti en contra a falta de un minuto que pudo haberle dejado fuera ante un rival de dos categorías menos. Dimitrievski, decisivo, salvó al equipo con una parada providencial que mantuvo vivo al conjunto de Corberán.
Solo en los instantes finales apareció el 1-2 de Jesús Vázquez, un gol que maquilló un partido que vuelve a retratar las debilidades del Valencia lejos de casa. Con este resultado, los valencianistas estarán en la siguiente ronda de la Copa del Rey.