El pasado fin de semana, el Valencia visitó el Benito Villamarín y salió de allí como si de la visita al dentista se tratase. Con un 3-0 en la mochila, la peor imagen de la temporada, con una alineación mermada por las bajas, con Diakhaby lesionado y con un Rubén Baraja enfadado por la falta de concentración y llegando a asegurar que si no está el equipo al 200% no se puede competir en Primera División.
La vulnerabilidad del Valencia CF en las jugadas de estrategia no ha mejorado a lo largo de esta temporada, ya que, además de los 14 goles que el equipo había concedido de esta manera en la campaña anterior, este año ha sufrido 18 goles en las primeras ocho jornadas. De manera preocupante, de los 10 goles que ha encajado el Valencia CF en esta temporada, cuatro de ellos, casi la mitad, han llegado en jugadas a balón parado. El último partido contra el Real Betis evidenció esta debilidad, ya que dos de los tres goles marcados por el equipo contrario se originaron en situaciones de balón parado. El primero llegó tras una falta que suscitó cierta controversia, Isco ejecutó el tiro libre y Diao remató dentro del área. El segundo gol se produjo desde un córner en el minuto 52, cuando Marc Roca conectó un cabezazo impecable que venció a Mamardashvili.
Precisamente por ahí viene la frase de Baraja a cerca de la concentración defensiva, y es que su equipo ha encajado esta temporada cuatro tantos pero dos se los hizo el Betis, lo que significa o puede dar a entender que la concentración defensiva de este partido fue muy inferior al resto. Los otros dos tantos fueron ante Osasuna, donde Aimar Oroz anotó de penalti y Nacho Vidal aprovechó una jugada de saque de esquina para ganar el partido en Mestalla.