El Valencia CF ha comenzado a responder por escrito a las preguntas que los accionistas dejaron planteadas en la Junta General del pasado 16 de diciembre, después de que se negaran a tratar verbalmente el tema económico. Entre ellas, cuestiones clave relacionadas con el Nou Mestalla, la estructura de financiación del proyecto, el papel de Goldman Sachs, la venta del actual estadio y la situación de los ingresos cedidos. La versión oficial del club presenta una fotografía de estabilidad, control del proyecto y ausencia de sobresaltos; sin embargo, la arquitectura financiera que sostiene todo el esquema introduce matices relevantes y condicionantes que explican mejor qué escenario afrontará la entidad en los próximos años.
Sobre el coste final del Nou Mestalla, el club evita confirmar que la cifra total ronde ya los 500 millones de euros si se suman inmovilizado previo, financiación de los bonistas, ingresos del terciario y fondos de CVC. La respuesta oficial es prudente: el coste definitivo no se conocerá hasta la finalización de las obras, aunque el Valencia asegura disponer de un presupuesto exhaustivo, con provisiones para desviaciones y sobrecostes, auditado por un experto independiente y supervisado periódicamente por las entidades financiadoras. A día de hoy, el club sostiene que tras casi un año desde la reanudación de los trabajos no se han producido retrasos ni desviaciones relevantes. En otras palabras: el proyecto está técnicamente controlado, pero la cifra final sigue abierta.
Una de las cuestiones más sensibles era la necesidad de financiación adicional hasta la inauguración del estadio. La operación con los bonistas permite que se pueda ampliar si fuese necesario. El Valencia afirma de manera taxativa que no prevé recurrir a deuda complementaria para finalizar el Nou Mestalla. Pero en paralelo reconoce que este mismo verano incorporó cerca de 30 millones como deuda corporativa adicional para cubrir necesidades de tesorería ordinaria. Oficialmente no está vinculada al estadio; sin embargo, por su propia naturaleza y garantías, se integra en el mismo ecosistema financiero que el resto de la refinanciación respaldada por derechos audiovisuales.El Valencia justifica la financiación extra de 30 millones por “necesidades generales de tesorería” y que ha sido contratada en “condiciones similares a las de la operación de refinanciación de deuda corporativa”, esto sería a un interés cercano al 6,5% y a un plazo medio de siete años y medio.
También generó debate la cuestión de los ingresos del actual Mestalla. El club asegura que no están cedidos al Fondo de Titulización de Activos (FTA) y que el Valencia dispone libremente de ellos, salvo en el hipotético caso de retraso en la inauguración del nuevo estadio. Sin embargo, la documentación contractual que regula la operación indica otra cosa: los ingresos del estadio —tanto del actual como del futuro— forman parte del perímetro de ingresos cedidos desde el inicio. Lo que sucede en la práctica es que, hoy por hoy, no están siendo captados porque el Fondo se encuentra prefinanciado y no necesita activarlos operativamente. Dicho de forma llana: ahora mismo el club los ingresa, pero permanecen jurídicamente dentro del sistema y podrían activarse si se dieran escenarios de estrés financiero, retrasos o situaciones deportivas críticas. Párrafo literal del contrato entre el Valencia y Goldman al que tuvo acceso Tribuna Deportiva: Los Ingresos Cedidos Iniciales son los siguientes: (a) los Ingresos del Estadio (tal y como se definen en el Anexo 1) Ingreso del Estadio: incluirá todos los ingresos establecidos en el apartado a) de esta definición generados (o asignados en a) cada Periodo Anual con respecto al Estadio Actual, el Estadio Nuevo Mesalla, y en la medida que este disponible para el club, cualquier sede alternativa.
La venta de los terrenos del actual Mestalla representa otro punto determinante. El Valencia confirma que continúa trabajando en tareas administrativas y urbanísticas, que ha contratado a la consultora internacional CBRE para gestionar la operación y que ya ha recibido muestras de interés, aunque no espera novedades sustanciales hasta fases más avanzadas del proyecto. Pero más allá del calendario, lo relevante es el orden de aplicación del dinero cuando llegue esa venta: primero amortizar deuda bancaria, después cubrir los costes asociados a la operación y, a continuación, reducir financiación vinculada a derechos audiovisuales. Solo si sobrara dinero, el remanente llegaría al club. Es decir, Mestalla no está llamado a ser una fuente de oxígeno financiero inmediato, sino, sobre todo, un instrumento para reducir deuda. Este orden de aplicación de los ingresos fue preguntado por escrito al Valencia que no lo desmintió ni hizo ningún comentario y simplemente se limitó a decir que “hasta que nos encontremos en una fase más avanzada del proyecto, momento en el que podremos, en su caso, responder a algunas de las cuestiones que nos ha planteado, que en la actualidad se refieren a eventos futuros que aún se encuentran pendientes de materialización y concreción”
En cuanto al papel de Goldman Sachs, el club descarta que pueda replicarse una operación similar a la de la AS Roma, donde la entidad financiera no solo estructuró y financió, sino que también facilitó la venta accionarial del club italiano. El Valencia asegura que Goldman circunscribirá su función estrictamente a la de estructurador y financiador, sin involucrarse a un hipotético proceso de venta del club.
Por otro lado, el Valencia confirma que la refinanciación de 121 millones cuenta con un vencimiento medio de 7,5 años y contempla varios tramos tipo “bullet”, tanto a mitad del periodo como al final. Esto implica que el club deberá afrontar pagos de tramos de la deuda “de golpe”, en vez de ir devolviéndolo año a año. Lo que refuerza la importancia futura de jugar competición europea y que los ingresos del Nou Mestalla generen una buena cantidad de dinero.
Por último, el Valencia también aclaró la situación de la parcela terciaria anexa al Nou Mestalla, cuya venta al grupo Atitlan constituye uno de los movimientos financieros clave del ejercicio. A día de hoy, el solar del nuevo estadio sigue siendo jurídicamente una única parcela con distintos usos previstos, todavía pendiente de segregación formal. Por tanto, el club no puede asignar todavía un valor independiente al suelo destinado a uso terciario, ya que deberá imputarle, además, las cargas urbanísticas asociadas cuando se complete el desarrollo urbanístico. No obstante, la entidad espera que ese proceso administrativo concluya a lo largo del ejercicio en curso y que, una vez segregada y materializada la compraventa, la operación pueda computarse contablemente ya esta temporada. En la práctica, esto significa que el Valencia confía en registrar el ingreso de la venta del terciario en el presente ejercicio económico y no tener que vender jugadores si no quieren antes del 30 de junio.
El relato oficial transmite estabilidad, cumplimiento de plazos y control del proyecto. Pero la letra pequeña financiera muestra que el futuro económico del Valencia CF seguirá profundamente condicionado por una estructura donde primero se protege al acreedor y después, si queda margen, al club. El Nou Mestalla avanza, sí, pero su ecosistema financiero marcará, probablemente durante años, la verdadera capacidad del Valencia CF para respirar con normalidad.